Muchas aplicaciones de salud colocan en riesgo o comparten la información confidencial de sus usuarios con fines comerciales.
En la actualidad la tecnología ha logrado hasta inmiscuirse en los temas de salud, en algunos casos de forma positiva y en otros no tanto. Cada vez es más usual y normal en la población, el uso de aplicaciones destinadas a la salud y el bienestar, y si bien esto puede ser beneficioso, es prudente analizar ciertos puntos antes de decidirse a utilizar alguna.
La posibilidad de poder monitorear el ritmo cardíaco, la cantidad de calorías quemadas o hasta el ciclo menstrual, hacen que junto a la promoción de hábitos saludables y otras tantas herramientas, estas aplicaciones se conviertan en una opción fácil, divertida, dinámica y en ocasiones, hasta gratuitas, por lo que su uso se vuelve frecuente.
No obstante, la mayoría de los consumidores no están conscientes de lo que implica emplear alguna. En primer lugar, está el debate con respecto a las apps de salud y los términos de seguridad con las que estas deben contar para garantizar la privacidad de la información de cada usuario. Habitualmente, son muy pocas las personas quienes se preguntan qué tan segura es una aplicación antes de descargarla.
Todas las aplicaciones para cuidados de la salud contienen información vulnerable, puesto que para conectar con ellas es necesario suministrarles una cantidad de información personal, pero ¿cuentan estas apps con altos estándares para prevenir el uso y la difusión de dichos datos sensibles de sus usuarios? La mayoría de las veces estas no cumplen los parámetros de seguridad, lo que conlleva a que esos datos recopilados y almacenados, que son valiosos, se usen con fines comerciales.
En torno a esto, un grupo de investigadores provenientes de Estados Unidos, Canadá y Australia, se unieron para llevar a cabo un estudio sobre estas aplicaciones y el nivel de seguridad que tienen y ofrecen a sus clientes, el cual fue publicado en British Medical Journal (BMJ). Dicho análisis se centró en probar las 24 apps más comunes de salud empleadas por médicos y pacientes en esos mismos tres países. Estos se consiguieron con que algunas ofrecían información sobre fármacos, otras les recordaban a sus pacientes consumir algún medicamento, mientras que otras brindaban síntomas de enfermedades. Entre las plataformas más populares estaban Medscape, Ada y Drugs.com.
Estos especialistas crearon 4 perfiles falsos para conectarse a las 24 aplicaciones e interactuar con cada una, después de realizar todo el proceso; al buscar resultados en el tráfico de la red, se encontraron con que los datos suministrados a las aplicaciones estaban siendo compartidos con terceros y dirigidos a otros espacios.
La salud es algo primordial y de suma importancia, así que tomar una decisión basada en aplicaciones que solo usan indicadores superfluos o referencias, no es prudente ni seguro.
En conclusión, el estudio arrojó que parte de la información de los usuarios era usada para mejorar las funciones de la aplicación, mientras que otra parte, probablemente, se estaría usando para crear anuncios personalizados para otras empresas. Asimismo, también identificaron que muchos comercializaron la capacidad para concentrar datos de usuarios y compartirlos con compañías de terceros, y no precisamente asociadas a la salud, en algunos casos, ni se especifica a donde va esa información.
Accesa el Estudio Aqui: THEBMJ.com
El gran problema aquí es que no encontramos nada que sea ilegal, y estas prácticas de intercambio de datos son altamente rutinarias
“El gran problema aquí es que no encontramos nada que sea ilegal, y estas prácticas de intercambio de datos son altamente rutinarias” dijo la autora principal, Quinn Grundy, profesora asistente de la Facultad de Enfermería Lawrence S. Bloomberg de la Universidad de Toronto. Sin embargo, también añadió que: “Pero si miras las encuestas, la gente siente que nuestros datos de salud son particularmente sensibles y personales, y por lo tanto deberían estar protegidos”.
En estos casos, es importante que las personas seleccionen adecuadamente la aplicación de salud con la cual van a interactuar, considerando que política de seguridad tiene. En ciertos casos, estas si informan a sus usuarios que comparten datos, así estos deciden si aceptan o no. Por otro lado, se trata de leer el contrato de privacidad y cerciorarse si es conveniente.
Una recomendación de Grundy es: “Creo que un consumidor que está realmente vigilante puede pasar y buscar una aplicación, en particular una que funcione sin conexión y por lo tanto no está solicitando acceso a la red. De esa manera, están seguros de que sus datos no se enviarán a ningún otro lugar”.
El segundo aspecto a considerar es que hay que recordar que se trata de herramientas que si bien se venden como personalizadas, no representan la misma calidad que acudir directamente a un especialista, lo que nos dice que no es bueno dejarse llevar del todo por ellas.
La salud es algo primordial y de suma importancia, así que tomar una decisión basada en aplicaciones que solo usan indicadores superfluos o referencias, no es prudente ni seguro. Asimismo, pueden contener información desactualizada o como mencionamos anteriormente, contenido no veraz.
Si bien es cierto que estas son muy prácticas y sencillas de usar, es necesario que se tome el tiempo para elegir la más adecuada y además, que no se tome como un todo, sino como referencia. Lo que realmente va a funcionar, es visitar a los especialistas cuando es necesario y también para chequeos periódicos.
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